El sistema nervioso central está formado por el cerebro, el cerebelo, el tallo cerebral y la médula espinal. Las tres estructuras primeras forman el encéfalo. Todo ello está protegido por hueso, en concreto por el cráneo y la columna vertebral. Además, el sistema nervioso se encuentra cubierto por tres membranas llamadas meninges, que se localizan directamente sobre él y le proporcionan una protección adicional a la ósea. En el interior de estas membranas está el líquido cefalorraquídeo, que funciona a modo de amortiguador de posibles lesiones.
La meningitis se define como la inflamación de las meninges, con la consiguiente alteración del líquido cefalorraquídeo. Este líquido es muy importante para el diagnóstico de la meningitis, pues su aspecto va a cambiar, o no, dependiendo del tipo de microorganismo que produzca el cuadro.
La meningitis se acompaña, en ocasiones, de un proceso de inflamación del encéfalo que puede conducir a una disminución del nivel de conciencia y otros síntomas que sugieren un cuadro más grave. Cuando sucede esto se conoce como meningoencefalitis.
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