Una vez contagiada, una persona puede padecer los primeros síntomas entre los dos y los diez días posteriores al contagio. En ocasiones tiene un comienzo brusco, en otros los síntomas son similares a los de un catarro o una gripe. Los más frecuentes y que anuncian una gravedad son:
Fiebre alta
Dolor de cabeza intenso
Rigidez de nuca
Vómitos bruscos
Somnolencia
Pérdida de conciencia
Agitación, delirio, convulsiones
Manchas de color rojo-púrpura en la piel, lo que implica una mayor gravedad.
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