El dolor es inherente a la condición de los humanos, forma parte de la vida y todos podemos sentirlo algún día. Esta experiencia, íntima y solitaria, pone al ser de cara a su vida y a su destino. El dolor se relaciona con la enfermedad y la muerte, por lo que constituye una angustia existencial.
¿Un dolor agudo o un dolor crónico?
Por mucho tiempo los médicos y la comunidad científica menospreciaron el dolor. El mismo era reducido a una simple señal de alarma. En nuestra sociedad el dolor psíquico o moral tiene una connotación mayoritaria: de que todo está en la mente, mientras que el dolor físico tiene más bien un marcado valor positivo: quien sufre mucho es valiente. La sensación de dolor en las disciplinas científicas se ha opuesto durante mucho tiempo al dolor como emoción de los filósofos. Tan sólo recientemente se ha reconocido el dolor como una entidad autónoma y no sólo como una señal de que algo anda mal. Ahora se distinguen el dolor agudo y el dolor crónico. Aunque hay dolores útiles, también se reconoce que algunos son inútiles, perjudiciales y destructivos, y que es necesario detectarlos, evaluarlos y tratarlos.
El dolor agudo: indicador que algo anda mal
Este tipo de dolor, indispensable para sobrevivir, es breve y permite al organismo movilizarse con objeto de que puede responder a la agresión y luego defenderse. El dolor agudo, casi siempre útil, es un síntoma que aparece en torno a muchas enfermedades. Revela un trastorno subyacente y obliga a interrogarse sobre la causa, a protegerse y a buscar alivio. El dolor agudo casi siempre desvanece con la curación de la enfermedad. La utilidad de este dolor se demuestra en los casos de poco frecuente insensibilidad congénita al dolor o ICD, en los que la ausencia de éste resulta gravísima . Esta enfermedad es un extremo excepcional.
Insensibilidad congénita al dolor o ICD
Las personas que sufren de ICD no sienten ningún tipo de dolor. Pueden tocar un radiador caliente, hacerse un hematoma o tener un esguince y no sienten nada. Dado que por ese motivo no pueden aprender a protegerse, continuamente son víctimas de accidentes así como de diversos traumatismos: fracturas, quemaduras, hematomas profundos, y de sus secuelas. En personas con ICD las enfermedades agudas como apendicitis o úlceras del estómago no se diagnostican a tiempo y llegan a ocasionar una muerte prematura. Esto demuestra la importancia del dolor, siendo realmente útil y protector para los seres humanos.
Cuando el dolor agudo se vuelve inútil y peligroso
Si el dolor agudo persiste, genera un estrés físico y psicológico que agrava el estado patológico inicial. Provoca respuestas físicas y fisiológicas como estrés y necesidad de permanecer acostados, que traen complicaciones y agota a la persona. La función útil de alerta y protección tiene un límite, como sucede en el caso de los dolores postoperatorios . ¿Para que sirve el dolor en el cáncer, en la poli artritis, después de un herpes zoter que ya se curó, el del miembro inexistente del amputado, el del parapléjico al que le duelen las pernas que ya no siente.
El dolor crónico, el nuevo enemigo número uno
Este dolor dura más de seis meses, no responde de los tratamientos comunes y provoca inadaptación en la conducta. Es un dolor inútil y destructivo física, moral y socialmente. Constituye un estado patológico en el que el síntoma se convierte en la enfermedad y en el objeto de la intervención.
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